Totem
El viernes hice compras en el supermercado
Nunca hago compras para varios días. En buena parte, por el pesimismo adquirdo por vivir en el triángulo de las bermudas de la electricidad: tres personas prenden el aire acondicionado en Buenos Aires, y Almagro se queda sin luz
(las tres personas forman el triángulo, por si algun lector estaba distraido)
Empezó a hacer frío y me envalentoné. Compre cosas para varios días. Y no eran latas de coserva apocalípticas!
Cuando llego, abro la heladera, y no funciona. ODIO ODIO ODIO ODIO. No era la primera vez que la heladera dejaba de funcionar (algo tendrán que ver todos esos cortes de luz), pero habíamos decretado que era la última que la arreglabamos.
Lo llamo a tuki y le explico que la casa ataca otra vez y que no es su culpa pero es un poco su culpa por estar en otro país. Estas cosas son claramente su jurisdicción!
El día siguiente, al juego de azar que es comprar electrodomésticos. La cantidad de variables mas la teoría del caos combinado con los horarios de entrega de Frávega pueden con el ánimo de cualquiera
Elegí una heladera, seleccionada por la indiscutible y objetiva virtud que podían entregarla ese mismo día.
Cuando llega el señor Frávega : miramos el ascensor, miramos la heladera. Segundos de suspenso cinematográficos. El señor Frávega abre el ascensor. La heladera entra (la audiencia vuelve a respirar)... pero no cierra la puerta.
Seguidamente, el señor Frárvega mira la heladera, y mira mi contextura liliputiense. Pero lo hipnotizo y lo convenzo del poder de la mente sobre la materia, y entre los dos subimos la heladera dos pisos por escalera.
No, no se como. Algo tendran que ver las corrientes de energía mística que hacen que se corte la luz.
Inmediatamente después es donde fracasa mi plán de hipnotizar al mismo señor fravega para que se lleve la heladera vieja. Porque después del esfuerzo titánico de ayudarlo a subirla, nadie me convencía a mi de bajar la heladera vieja por las escaleras.
El lector respetuosamente esta interesado sobre todo el tema de las heladeras (viejas y nuevas) pero los gatos? donde estan los gatos?
La larga introducción es importante para entender por qué tengo un monumento a la heladera caída en el living ahora. El contexto es importante, lector.
Elías esta totalmente fascinado. Para empezar, la heladera nueva vino cubierta de carton flexible y corrugado, que todo el mundo sabe que es la substancia favorita de los gatitos. Se lo dejé de regalo, porque se que le encanta. El carton es excelente para hacer sonidos de construcción
Lo que no esperaba es la fascinacion por la heladera misma. Pero la golpetea, mete la cabeza en el motor, muerde los cables y en general la contempla como si fuera un totem. Entre la heladera-totem y el cartón corrugado Elìas se va apoderando de todo el espacio. Casa tomada un poroto.
Nunca hago compras para varios días. En buena parte, por el pesimismo adquirdo por vivir en el triángulo de las bermudas de la electricidad: tres personas prenden el aire acondicionado en Buenos Aires, y Almagro se queda sin luz
(las tres personas forman el triángulo, por si algun lector estaba distraido)
Empezó a hacer frío y me envalentoné. Compre cosas para varios días. Y no eran latas de coserva apocalípticas!
Cuando llego, abro la heladera, y no funciona. ODIO ODIO ODIO ODIO. No era la primera vez que la heladera dejaba de funcionar (algo tendrán que ver todos esos cortes de luz), pero habíamos decretado que era la última que la arreglabamos.
Lo llamo a tuki y le explico que la casa ataca otra vez y que no es su culpa pero es un poco su culpa por estar en otro país. Estas cosas son claramente su jurisdicción!
El día siguiente, al juego de azar que es comprar electrodomésticos. La cantidad de variables mas la teoría del caos combinado con los horarios de entrega de Frávega pueden con el ánimo de cualquiera
Elegí una heladera, seleccionada por la indiscutible y objetiva virtud que podían entregarla ese mismo día.
Cuando llega el señor Frávega : miramos el ascensor, miramos la heladera. Segundos de suspenso cinematográficos. El señor Frávega abre el ascensor. La heladera entra (la audiencia vuelve a respirar)... pero no cierra la puerta.
Seguidamente, el señor Frárvega mira la heladera, y mira mi contextura liliputiense. Pero lo hipnotizo y lo convenzo del poder de la mente sobre la materia, y entre los dos subimos la heladera dos pisos por escalera.
No, no se como. Algo tendran que ver las corrientes de energía mística que hacen que se corte la luz.
Inmediatamente después es donde fracasa mi plán de hipnotizar al mismo señor fravega para que se lleve la heladera vieja. Porque después del esfuerzo titánico de ayudarlo a subirla, nadie me convencía a mi de bajar la heladera vieja por las escaleras.
El lector respetuosamente esta interesado sobre todo el tema de las heladeras (viejas y nuevas) pero los gatos? donde estan los gatos?
La larga introducción es importante para entender por qué tengo un monumento a la heladera caída en el living ahora. El contexto es importante, lector.
Elías esta totalmente fascinado. Para empezar, la heladera nueva vino cubierta de carton flexible y corrugado, que todo el mundo sabe que es la substancia favorita de los gatitos. Se lo dejé de regalo, porque se que le encanta. El carton es excelente para hacer sonidos de construcción
Lo que no esperaba es la fascinacion por la heladera misma. Pero la golpetea, mete la cabeza en el motor, muerde los cables y en general la contempla como si fuera un totem. Entre la heladera-totem y el cartón corrugado Elìas se va apoderando de todo el espacio. Casa tomada un poroto.
y si...se parece a una heladera precolombina! !
ResponderEliminar